El concepto de Experiencia de Compra empieza a estar Sobrevalorado
Antes de que sigas leyendo debes saber que la experiencia de compra es innata al proceso de venta y que queramos o no esta experiencia se va a dar, así que de lo que se trata es de gestionarla para adaptarla a las expectativas del cliente e incluso superarlas para llegar a sorprender.
En un periodo en el que ya veníamos adaptando los negocios a la intensa globalización y a la incorporación de las nuevas tecnologías, surge una pandemia que lo acelera todo y una guerra cerca de Europa que remueve los cimientos económicos.
Esto provoca urgencia por adaptar los modelos de negocio y seguir siendo una opción interesante para los clientes. Es aquí donde nos encontramos con la primera gran división que provoca el título de este post.
Por un lado tenemos modelos cuyas variables básicas retail están bien identificadas y resueltas. Nunca hay que olvidar que una “buena tienda” es un espacio físico o virtual donde existen un conjunto de productos y/o servicios fácilmente accesibles a un público que tiene necesidad de ellos y que los encuentra interesantes frente a otras opciones.
Si tenemos esto tenemos una buena tienda y seguramente un buen negocio, por lo que ya podemos pensar en gestionar una experiencia de compra que mejore la percepción de nuestra marca, ojo, sin perder su esencia.
Y por otro lado tenemos modelos fallidos en origen o que no han sabido adaptarse atendiendo a las variables básicas retail. En estos modelos, la experiencia de compra es difusa porque no tiene base y por lo tanto es ingestionable.
Sucede en estos casos que algunos retailers piensan que mejorando la experiencia de compra podrán reconducir su negocio y esto es un error porque, primero tiene que haber una “buena tienda” que haya resuelto ya los básicos de accesibilidad, surtido y precio.
Trabajar la experiencia de compra no va resolver el problema de los modelos fallidos y es entonces cuando se sobrevalora el concepto.