Homenaje a la Tarjeta Bancaria
Tengo una deuda con la Tarjeta Bancaria y hoy quiero saldarla en este post.
Un consumidor con una tarjeta «cargada» es como Popeye con una lata llena de espinacas.
Fuerza y Optimismo puro.
Los que nos dedicamos a la venta en tiendas, vemos que cada vez es más frecuente el uso de la tarjeta como medio de pago, ya sea de crédito o débito y los que además nos dedicamos a promover la «venta por impulso» valoramos mucho el hecho de que esto sea así.
¿Por qué?. Porque el consumidor lleva en el bolsillo «TODO» su dinero (en efectivo y tarjeta de débito) más el que le presta el banco cada mes para que su vida cotidiana sea más satisfactoria (tarjeta de crédito) y esto es clave para fomentar la «venta por impulso» porque supone una barrera menos en la decisión de compra y esto potencia el consumismo.
Recuerdo cuando acompañaba a mi madre al supermercado Jobac (adquiridos por Consum en el ’91). Mi madre iba con una cantidad de pesetas suficientes para pagar lo que había en la «lista de la compra» pero insuficientes para hacer frente a todo nuestro «impulso consumista». Entonces ya existían tarjetas bancarias (en España existen desde los años 60) pero el consumidor y los comercios todavía se estaban familiarizando con su uso (eran los años 80).
Hoy esto ya no sucede porque más de un 70% (2014) de la población dispone de tarjeta y la mayoría de compras se pagan con ella. En estos casos, el impulso de compra de estos consumidores equipados con tarjeta traspasa sin contemplaciones la racionalidad escrita en la «lista de la compra». La Tarjeta incrementa la capacidad de gasto del consumidor y le da un «chute» de optimismo que deriva en más consumo.
Por eso quiero rendir este HOMENAJE a la Tarjeta de Crédito:
Primero, haciendo memoria a su nacimiento.
Aunque ya existen precedentes a principios del siglo XX, la “leyenda” se remonta a mediados del mismo siglo, a 1949, cuando Frank McNamara, hombre de negocios de Nueva York, invitó a sus amigos a un lujoso restaurante de la ciudad.
Cuando fue a pagar se dio cuenta de que no llevaba suficiente dinero y le tocó llamar a su mujer para que viniera con efectivo. Lo debió pasar tan mal que en ese mismo momento se puso a pensar en un modo de pago que evitará situaciones semejantes.
En 1950 creo la Tarjeta Diners Club (algo así como “El Club de los que van a comer»), para que pudiera ser utilizada en todos los restaurantes que previamente la aceptaran como modo de pago. Esto supuso una solución sin precedentes, lo que viene a conocerse como INNOVAR.
En segundo lugar, dándole la relevancia de Hito Histórico dentro de nuestra sociedad de consumo, ya que tal fue su aceptación en plenos años ’50, que en poco tiempo se extendió por el resto de ciudades de EEUU y luego al resto de países, llegando a España en 1954.
Entonces solo estaba en manos de unos pocos, pero llegaron otras tarjetas (por ejemplo VISA) y se “democratizó” pasando de ser, un elemento socialmente diferenciador (algunas como American Express Centurion aún lo son), a ser una parte fundamental “del equipo del comprador”.
Esto sucedió porque la Tarjeta Bancaria viene a facilitar la satisfacción de la necesidad básica de nuestra sociedad consumista; COMPRAR.
Termino el homenaje, haciendo ver que un posible y efectivo camino hacía la INNOVACIÓN es precisamente conseguir que un medio de pago “arme” al consumidor de tanto valor y poder psicológico de compra que facilite todavía más la “venta por impulso”.
Algo así como que en el momento en que el consumidor piense “¡lo quiero!”, su cerebro realice de forma automática una transferencia a la cuenta del tendero (…tiempo al tiempo).
Es «curioso» ver como todavía hoy, algunos comercios/restaurantes (pocos) todavía se resisten a utilizar este sistema de cobro. Ya sé que esto es cosa de las comisiones bancarias pero…¡¡¡están frenando el «impulso consumista» en su negocio!!!.
Todavía nos queda mucho camino por recorrer en formas de pago con respecto a Europa.